Se acordarán sin duda de aquella norma ministerial que permitía pasar de curso, en bachillerato, hasta con cuatro asignaturas suspendidas y que una sentencia del Tribunal Supremo echó finalmente por tierra. Se trataba de aprobar suspendiendo, que es lo que ya se venía y se sigue haciendo en primaria y secundaria. Pues bien, como todo lo malo se pega, los políticos catalanes parecen empeñados en imitar nuestro sistema educativo y en pasar de curso aun cuando vayan acarreando, día tras día, los más incontestables suspensos.

Quien mejor lo ha formulado es Ernest Maragall, quizá por aquello de ser, a un tiempo, el consejero de la cosa. Hace un par de días, después de una semana en la que ha ocupado los titulares de los medios por lo que dijo y ratificó por escrito y por desdecirse luego de lo dicho diciendo justo lo contrario, el hombre declaró a una emisora radiofónica que quizá debería suspender en redacción porque, a su juicio, no ha sido capaz de explicarse. Nada más falso. Se ha explicado muy bien. Ha explicado lo que piensa, lo que seguramente ha pensado toda la vida y que no ha exteriorizado a conciencia hasta que las circunstancias —o sea, el apellido— le han puesto al frente de un departamento gubernamental. No, el problema de Maragall no es la redacción, es la política —aun cuando la redacción sea, desde Valéry, una facultad del alma—. Es en política donde Maragall suspende. Como suspendió su hermano y como suspenden, día tras día, los demás políticos catalanes, empezando por sus compañeros de gabinete.

Véase el caso de la consejera Geli. Esta semana ha comparecido ante la comisión de Salud del Parlamento de Cataluña. Entre otras cosas, Marina Geli ha informado a sus señorías de que el consumo de ansiolíticos disminuyó en 2009 un 1,4% con respecto al año anterior, lo que sin duda constituye, señoras y señores diputados, un hecho «histórico», pues es la primera vez que esto ocurre. También ha comunicado que en 2009 el consumo de antidepresivos aumentó, en cambio, un 4% con respecto al año anterior, lo que no debería alarmarles, señoras y señores diputados, ya que en 2006 la crecida fue de un 6%. De todo ello la consejera ha sacado una conclusión: que en tiempos de crisis los médicos saben discriminar entre depresiones reales y los problemas sociales de las personas. Y se ha felicitado de cómo marchan las cosas en su ramo, claro.

Como es natural, nadie le ha replicado a Geli, que yo sepa, que el crecimiento del consumo de antidepresivos puede compensar perfectamente la disminución del de ansiolíticos —al fin y al cabo, determinadas patologías pueden ser tratadas con ambos tipos de fármacos, de forma aislada o combinada—. Y nadie le ha recordado tampoco que, como demuestra un estudio reciente, cada vez son más los españoles que se automedican y adquieren sus medicamentos a través de la red. ¿Para qué, si la consejera, como todo profesional de la cosa pública que se precie, sólo comparece para felicitarse por su labor?

En la política catalana no parecen existir otros principios que la mentira, la componenda, la evasiva y, en definitiva, el sálvese quien pueda.

ABC, 20 de febrero de 2010.

Suspender en política

    20 de febrero de 2010