Es bueno recordarlo. Hace más de una década, Joan Maria Pujals, el entonces consejero de Cultura de Jordi Pujol, puso los cimientos. Tras lograr que el Parlamento de Cataluña aprobara una nueva ley de política lingüística que incluía sanciones para los comercios que no usaran «al menos el catalán» en sus comunicaciones, la emprendió contra las «majors» estadounidenses, a las que pretendió obligar a exhibir en la llamada lengua propia un determinado número de copias por cada película en cartel, y a pagar encima los costes. Por supuesto, Pujals se estrelló. Pero el paso estaba dado. En adelante, nadie podría decir que CiU no lo había intentado. Y, de igual modo, nadie podría decir que no habían sido cautos.

Luego llegaron los indios, o sea, los republicanos. E hicieron todo lo que sus hermanos mayores no supieron o no quisieron hacer. Amparándose en aquel marco legal, empezaron a multar a cuantos comercios no cumplían con la exigencia de ofrecer sus productos en catalán y, no contentos con esto, están ya a punto de aprobar una nueva ley de Consumo que va incluso mucho más allá. Y ahora el cine. Lo que no logró Pujals lo va a lograr Tresserras. Por más que el Gremio de Empresarios se declare en huelga y amenace con la quiebra, los republicanos no cejarán, no vaya a ser que Laporta les robe protagonismo.

Y lo peor no es eso. Lo peor es que Artur Mas, si algún día gobierna, siempre podrá decir, mientras recoge los frutos, que los suyos se limitaron a plantar el árbol, que fueron los indios quienes lo sacudieron.

ABC, 2 de febrero de 2010.

Después de los indios

    2 de febrero de 2010