(ABC, 15 de febrero de 2014)
Lo mejor de ciertas creaciones artísticas es su carácter efímero. Seguro que conocen aquella máxima de Gracián: «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». Pues figúrense lo malo. Uno de los grandes dramas de todo barcelonés nacido entre el último cuarto del siglo XIX y nuestros días es tener que soportar el carácter perenne de la Sagrada Familia. Y, encima, en interminable construcción. Añadan a lo anterior la doble condición de Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad con que se blinda el templo expiatorio ante cualquier hipótesis de derribo y comprenderán la hiriente resignación con que algunos ciudadanos acarreamos semejante fardo. Es cierto que los miles de japoneses que peregrinan cada año hasta el monumento dejan un montón de divisas a la ciudad. Pero menudo consuelo. Sobre todo cuando uno repara en que esas divisas acaban llenando, impuestos mediante, las arcas municipales, y una vez allí, lejos de revertir en la mejora del bienestar del conjunto de los barceloneses y, en especial, de los más necesitados, son destinadas a financiar proyectos de creación efímera, como los que el Ayuntamiento de la ciudad ha programado en el marco del Tricentenario de marras, ese cuyo lema es un grotesco «Vivir libre» y que comisaría políticamente el periodista Soler. 539.000 euros cuesta la broma. Mejor dicho, las bromas, porque en total van a ser siete las intervenciones artísticas que sendos arquitectos y algún farandulero como Álex Ollé, de La Fura dels Baus —coordinados por la también arquitecta Benedetta Tagliabue—, ejecutarán en la vía pública del casco antiguo. Los proyectos llevan nombres tan tricentenariamente sugestivos como «El muro de la Ciudadela», «Identidad», «Libertad», «Memoria», «Democracia», «Diversidad» y hasta «Europa», esa vieja y siempre fallida aspiración del nacionalismo. Y tienen asimismo, y por suerte, fecha de caducidad, el 11 de septiembre de 2014. Por supuesto, no voy a prejuzgar aquí la calidad de cada obra. Pero me basta con conocer la génesis del proyecto para poder proclamar su profunda inmoralidad. Por mucho arte con que se adornen y muy efímero que este sea.
(ABC, 15 de febrero de 2014)
(ABC, 15 de febrero de 2014)