Es posible que al ponerle la camiseta del Barça al genovés los hombres de Xavier Trias no repararan en ello. Que sólo quisieran, en definitiva, emular a la capital del Estado, la que no necesita estructuras, y a su tremolante bandera de la plaza Colón. Pero qué más da. Lo que cuenta es el dedo surgiendo de esa enorme manga catalanista. Y todo gracias a Nike.
Para un comentarista de la actualidad, no hay nada tan gratificante como elaborar una determinada teoría y constatar, al poco, que los hechos vienen a darle la razón. Postulaba yo hace unos días que la esencia del catalanismo era el FC Barcelona, que no había otra, y he aquí que el alcalde de la ciudad decide ponerle la camiseta del club a la mismísima estatua de Colón. Es verdad que no se la pone porque sí, por un mero repente castizo, por aquello de ir construyendo, como le prometió al presidente Mas, estructuras de Estado —o, si lo prefieren, ya que estamos en crisis, por aquello de ir reciclando esculturas para el futuro Estado—, sino que lo hace para ingresar los 94.000 euros que Nike ha pagado por la campaña y que el Ayuntamiento destinará a fines sociales, o sea, a una causa tan buena como pueda serlo, en apariencia, la del catalanismo. Pero, ¿y el dedo? Sí, ese dedo de Colón que surge de la enorme manga derecha y ha estado señalando, desde la Exposición Universal de 1888, el mar y no América, que se halla, ¡ay!, justo en sentido contrario, ¿acaso no señala ya otros destinos? Y esta vez sin contradicción posible, dado que Ítaca sí se encuentra siguiendo ese dedo.
Es posible que al ponerle la camiseta del Barça al genovés los hombres de Xavier Trias no repararan en ello. Que sólo quisieran, en definitiva, emular a la capital del Estado, la que no necesita estructuras, y a su tremolante bandera de la plaza Colón. Pero qué más da. Lo que cuenta es el dedo surgiendo de esa enorme manga catalanista. Y todo gracias a Nike.
Es posible que al ponerle la camiseta del Barça al genovés los hombres de Xavier Trias no repararan en ello. Que sólo quisieran, en definitiva, emular a la capital del Estado, la que no necesita estructuras, y a su tremolante bandera de la plaza Colón. Pero qué más da. Lo que cuenta es el dedo surgiendo de esa enorme manga catalanista. Y todo gracias a Nike.