(ABC, 25 de mayo de 2013)
Eso que se ha venido en llamar la comunidad educativa —docentes, discentes, administrativos, sindicatos y asociaciones de progenitores— lleva una semana ensañándose con el nuevo proyecto de ley de educación, o sea, con el embrión de la futura Lomce. Por supuesto, no toda la comunidad educativa, pero sí buena parte de la que se mueve en el sector público y se define de izquierda o nacionalista —sin que la cópula pueda descartarse—. A juzgar por sus palabras, lo que atrae gran parte de sus puyas es, de un lado, el carácter evaluable de la asignatura de religión y, de otro, la introducción de las reválidas. Es decir —por recurrir a sus propios términos—, la vuelta al franquismo. En este sentido, tal es su obsesión con el pasado que hasta dicen, ¡y escriben!, que la religión, con la nueva ley, será obligatoria. Vaya por delante que yo soy de los que creen que la religión no debería ser evaluable y sí debería serlo, en cambio, una asignatura llamada «Historia de las religiones», sin la que resulta imposible entender el mundo en que vivimos —algo que ya sostuve, por cierto, hará un par de lustros, a raíz de los debates surgidos en torno a la malograda Loce—. Pero, al margen de esta discrepancia y de otras que pueda tener con el modo en que se ha resuelto —un decir— el ya tedioso asunto de la enseñanza del castellano en Cataluña, lo verdaderamente relevante, a mi juicio, de la Lomce es que propone una alternativa al único modelo en uso en las últimas décadas y que nos ha llevado a encabezar por la cola todos los ránquines educativos del mundo económicamente desarrollado. Eso es lo único que importa: el cambio de paradigma. Por eso a nada conduce reclamar un pacto por la educación. Los modelos son irreconciliables. El todavía vigente ha demostrado sobradamente sus aptitudes; no tiene sentido alguno perpetuarlo, ni que sea en parte. El que propone la Lomce, por el contrario, ni siquiera ha gozado de una oportunidad, puesto que la Loce no llegó a aplicarse. Es de justicia, pues, ofrecérsela. Y casi casi una obligación si queremos salir del hoyo.
(ABC, 25 de mayo de 2013)
(ABC, 25 de mayo de 2013)