Al contrario que la inmensa mayoría de los españoles, yo me he tomado muy en serio las palabras de David Minoves, director general de Cooperación al Desarrollo y Acción Humanitaria de la Generalidad. Tanto, que he escuchado con suma atención lo que dijo el pasado lunes en la Comisión de Cooperación y Solidaridad del Parlamento de Cataluña, en presencia de sus señorías y de algunos representantes del Gobierno, los Consejos Territoriales, las Alcaldías y la Costa Caribe nicaragüenses. Debo advertirles, eso sí, que no he logrado captar el sentido completo de su intervención. Y no por falta de ganas, se lo aseguro. Ni siquiera por falta de nivel. Ocurre, simplemente, que el director general no vocaliza. O no suficientemente. Por más que he reproducido, una y otra vez, el vídeo en cuestión, siempre ha habido algún fragmento de lengua propia que se ha mostrado remiso a la comunicación. Una pena.

De todos modos, yo diría que he captado lo esencial. Y lo esencial, a mi juicio, es lo siguiente: Minoves se ha traído a Cataluña a unos ciudadanos de Nicaragua para que se empapen de las virtudes de una nación sin Estado. Y para demostrar, claro está, que el Gobierno presidido por José Montilla y vicepresidido por Josep Lluís Carod-Rovira —el valedor del propio Minoves— dispone de política exterior. Como pueden figurarse, tratar de averiguar en qué consiste esa política, más allá de la inauguración de unas cuantas franquicias en el extranjero y de la compra de lanzas a precio de oro, ya es otro cantar.

Pero a lo que íbamos. Según el director general, la delegación nicaragüense ha sido invitada al Parlamento autonómico porque está compuesta por personas especialmente interesadas en el fortalecimiento del autogobierno y de las lenguas autóctonas. De ahí el detalle de Minoves dirigiéndose a ellos en catalán, aun cuando los presentes, por supuesto, no entendieran ni jota y precisaran de la asistencia de un traductor simultáneo. Lo importante, en definitiva, era el ejemplo. Que llegara a visualizarse —son palabras de un portavoz de la agencia cooperativa dirigida por Minoves— cómo funcionan las cosas en el máximo órgano de representación del autogobierno catalán.

Y en lo tocante a los mil euros que parece que costó el espectáculo lingüístico, la verdad es que no alcanzo a comprender a qué vienen tantas críticas y tantas invectivas. Minoves no engañó a nadie. Dijo que él iba a hablar en catalán y que sus palabras serían traducidas a las lenguas propias de los nicaragüenses allí presentes. ¿Y saben qué lenguas son esas? El propio director general las había enumerado al inicio de su intervención: el misquito, el rama, el creole, el garífuna y el sumu-mayangna. Las lenguas de los indígenas y de los llamados afrodescendientes. ¿Conocen ustedes a muchas personas capaces de traducir de una de estas lenguas al catalán y viceversa? ¿Verdad que no? Pues eso tiene un precio.

Y no me vengan ahora con el cuento de que también podían haberse comunicado en castellano. ¿O acaso quieren que esos primeros espadas de la traducción se queden sin trabajo?

ABC, 14 de noviembre de 2009.