1. El Ayuntamiento de Amposta ha retirado al dictador Francisco Franco el título de alcalde honorífico y perpetuo de la localidad, título que ostentaba desde 1963. Me parece una medida acertada. Tan acertada como tardía. Los cargos perpetuos son consustanciales a las dictaduras. De ahí que no deban durar ni un día más de lo que duran estas últimas. Así pues, en este como en otros casos análogos que tienen al anterior jefe de Estado como protagonista llevamos un retraso de más de tres décadas. Pero lo que vale para Franco y su régimen debería valer igualmente para cualquier dictadura. Por ejemplo, para la ejercida por Ramon Aramon en la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans en los mismos años en que el general ejercía la suya sobre España entera. Aramon era el secretario perpetuo de la institución. Y hacía con la normativa de la lengua catalana lo que le venía en gana. Es cierto que llegó un día en que el Institut cambió sus estatutos, por lo que Aramon tuvo que jubilarse. Pero, que yo sepa, no fue nunca desposeído —y han pasado ya unos cuantos lustros desde entonces— de su condición de secretario perpetuo.

2. El alcalde de Barcelona y el jefe de la oposición municipal han alcanzado un acuerdo por el que el Miniestadi, el segundo campo de fútbol del FC Barcelona, va a convertirse en una suerte de «ecobarrio» —así llaman ahora a los barrios construidos siguiendo criterios sostenibles y medioambientales— con 1.600 pisos, oficinas, hoteles y zonas verdes. El proyecto de recalificación de esos terrenos responde a una iniciativa del club, largamente pospuesta por las discrepancias surgidas entre los distintos grupos del Consistorio barcelonés y, en particular, entre los que integran el equipo de Gobierno. En este sentido, resultan muy significativas las razones aducidas por ICV para no suscribir el acuerdo: a su juicio, el plan pactado favorece al FC Barcelona, que aspira a sacar 300 millones de la operación, y no al interés de la ciudad. Lo que me sorprende es que nadie se haya preguntado aún públicamente si el compromiso entre los dos principales grupos municipales tiene algo que ver con la presencia de sus concejales en el palco del Camp Nou o, de modo más general, con la pleitesía rendida por Artur Mas y José Montilla a Joan Laporta en vísperas de las últimas elecciones autonómicas. En otras palabras, lo que me sorprende es que nadie se haya preguntado aún si el hecho esconde por casualidad algún cohecho.

3. Josep Maria Busquets, presidente del Consejo Catalán de la Música, es un hombre profanado. Pero no vayan a confundirse: la culpa de su estado de ánimo no la tiene Félix Millet y su forma de llevar las cuentas del Palau, sino la policía autonómica. Busquets ha considerado una ofensa a las libertades, la historia y la cultura catalanas que los Mossos entraran en el templo de la música en busca de las pruebas del delito. Es de suponer que, en tales circunstancias, la huida de Millet por la puerta de atrás debió de parecerle un acto heroico.

ABC, 1 de agosto de 2009.

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    1 de agosto de 2009