1. Calculo yo que C. llevaría en el Mercat de les Flors —dependiente del Instituto de Cultura, dependiente del Ayuntamiento de Barcelona— sus buenos quince años. Como mínimo. Era técnico de montaje, lo que significa que trabajaba de puertas adentro, sin apenas contacto con el exterior. Por lo demás, como habla perfectamente francés —amén de castellano y catalán—, su relación con los técnicos y artistas de las compañías de danza que allí representan sus obras —francófonas en su mayoría— era fácil y fluida. Sus propios compañeros se beneficiaban de ello. Y no digamos ya el centro coreográfico. Pero C. ya no trabaja en el Mercat. Hace un par de meses tuvo que examinarse del nivel C de catalán y suspendió. Y ese suspenso le acarreó el despido. Lo que son las cosas: mientras el Gobierno español ha puesto en marcha un Plan E para estimular el empleo, las instituciones catalanas, con el Ayuntamiento barcelonés en primerísimo lugar, han puesto en marcha un Plan C para estimular las listas del paro.

2. Artur Mas, presidente de Convergència i Unió, aboga por que el Tribunal Constitucional emita un fallo favorable al nuevo Estatuto catalán. Sus razones son extraordinarias: «Nos costó cuatro años tener este Estatuto, que es un contrato entre la Generalitat y el Gobierno, y acabamos muy cansados». O sea, ni derechos históricos, ni agravios comparativos, ni paisajes modelados, ni demás mandangas: el cansancio y nada más que el cansancio. Los señores diputados acabaron muy cansados y de ahí que uno de ellos ruegue al Alto Tribunal que apruebe ya el texto y no les obligue a empezar de nuevo. Las palabras de Mas me recuerdan a las de Joan Saura cuando declaraba que quería vivir un poco mejor después de 30 años en política, pero sin dejar la política. Supongo que el hombre también debe de estar cansado. Ahora bien, lo que ya no es de recibo es que la fatiga de sus señorías sea también mental. Es decir, que Mas pueda afirmar, por ejemplo, que «el 74% de los catalanes (…) votaron a favor» del Estatuto, cuando sabe perfectamente que fueron el 34%. Ay, pillín, pillín…

3. De la consulta realizada por la Xunta de Galicia para saber en qué lengua prefieren los padres que sean escolarizados sus hijos, lo que más me interesa es la consulta. O, lo que es lo mismo, el que un gobierno se haya atrevido a hacerla. No hay duda que los resultados son significativos, pues demuestran que el modelo impulsado por el anterior ejecutivo autonómico apenas contaba con un 20% de apoyo. Pero lo relevante, insisto, no son los resultados, sino la consulta misma. De ahí que pierdan el tiempo quienes van reclamando por esos foros de Dios que la Generalitat haga otro tanto. Jamás moverá un dedo. Lo que hay que hacer es impulsar una consulta al margen de la Administración. Buscar el dinero necesario para la encuesta y buscar la empresa demoscópica que pueda y quiera realizarla. Y, si todas se niegan, crear una «ex profeso». En definitiva, ir construyendo otra Cataluña.

ABC, 15 de agosto de 2009.

Postales veraniegas (3)

    15 de agosto de 2009