Ha llegado hasta mí a través de la red un pequeño ensayo sobre educación. Lo ha escrito Inger Enkvist, catedrática de español en la Universidad de Lund, y se titula «La influencia de la nueva pedagogía en la educación: el ejemplo de Suecia». Según leo en la página web de la propia Universidad, se trata de un trabajo reciente, del año en curso, editado por la Fundación de las Cajas de Ahorro en su colección Papeles de Economía Española, bajo la advocación de Víctor Pérez-Díaz.

Dicho lo cual, debo advertirles que el ensayo de Inger Enkvist no tiene desperdicio. Y no por las novedades que pueda aportar a quien ya conoce y padece el sistema educativo español, sino por la simple razón de que no puede aportar ninguna, como no sea la de comprobar que nuestros socialistas se han limitado a aplicar en este bendito país el mismo modelo que la socialdemocracia sueca había ya aplicado en el suyo. Punto por punto, sin olvidar un solo detalle. Uno sabía ya —le bastaba para ello con haber leído las memorias de Jean-François Revel y su imprescindible «La traición de los profes»— que lo de aquí era un triste apaño del patrón francés. Pero, claro, una cosa es un triste apaño y otra un plagio de padre y muy señor mío.

Para que se hagan una idea: desde 1969, que fue cuando se implantó en Suecia la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, la política educativa de aquel país se ha regido por un nuevo modelo donde conceptos como la cohesión, la comprensividad y la igualdad —y la consiguiente impugnación de la diferencia, la jerarquía y el mérito— han arrumbado todo cuanto guardaba relación con la transmisión del conocimiento. De ahí que el foco de interés educativo se haya ido desplazando del «qué» al «cómo» —o, por decirlo al modo de los nuevos pedagogos, del «saber» al «saber hacer»—. No importa ya lo que el alumno aprenda o deje de aprender, el desarrollo de su espíritu crítico; sólo importan sus destrezas, sus habilidades.

Sobra añadir que a estas alturas, y tal como atestigua el informe PISA, a la enseñanza pública sueca le falta poco para entrar en barrena. Pues bien, ni aun así los últimos gobiernos socialdemócratas han querido dar su brazo a torcer. Ha tenido que llegar un gobierno de centro derecha para proponer una reforma de gran calado que, entre otras medidas correctivas, devuelve toda su importancia a la figura del profesor como transmisor del conocimiento.

En España, en cambio, no queda más remedio que aguantarse. Suerte que el presidente del Gobierno no olvida la educación y, con vistas al próximo curso, ya ha prometido un ordenador portátil a todos los alumnos de quinto de primaria. Para que vayan ejercitando sus habilidades, claro está.

ABC, 17 de mayo de 2009.

La supremacía del cómo

    17 de mayo de 2009