El debate de política general ha transcurrido sin pena ni gloria. Dado que el nivel de un debate es directamente proporcional al de quienes intervienen en él, poco podía esperarse, es cierto, del que protagonizaron esta semana en el Parlamento de Cataluña sus señorías. Pero, en fin, uno siempre está atento a la liebre. Y a que salte, claro. Para nuestra desgracia, la sustitución de Maragall por Montilla ha privado incluso esa clase de actos del punto aquel de emoción que le ponían las intervenciones del anterior presidente de la Generalitat. Montilla es sopor y vacuidad a grandes dosis, como puede comprobarse —se trata de una simple muestra— en este fragmento de su discurso del pasado martes: «Un any més, doncs, comparec en seu parlamentària per complir el deure democràtic de presentar davant tots vostès (…) les orientacions polítiques del Govern, (…) sotmetent aquestes orientacions a consideració i discussió per acordar, un cop substanciat el debat, les resolucions que s’escaiguin per impulsar-ne l’acció».

De ahí, sin duda, que los medios busquen la noticia en otra parte. Y quien dice noticia dice la posibilidad de llenar un trozo de página o un fragmento de informativo con algo que llame un poquitín la atención. Ese algo ha sido en esta ocasión —y me temo que va a seguir siéndolo en el futuro— los apuntes de los señores diputados. Pero no los apuntes tomados a mano, como aquellos, repletos de faltas, con que nos obsequió en su día el presidente del Gobierno, sino los escritos en un teléfono móvil. Primero fue el consejero Joan Saura quien le mandó a su compañero Bosch un sms con la opinión que le había merecido el discurso del presidente: «Kin “toston” oi?» —observen, de paso, ese uso tan políticamente correcto, tan celosamente normativo, que hace el consejero de las comillas—. Y luego, al día siguiente, fue Daniel Sirera quien hizo lo propio con su compañera de bancada popular Cari Mejías: «Q quieres q te cuente? Pq no me presente? Pq al volver la vista atrás estarias tu, el tutu, el Berman, la nadal y cuatro mas? Este partido es una mierda y la gente no …».

Por supuesto, no estamos ante el mismo tipo de texto, por más que ambos se caractericen por su tono crítico. El de Saura es un comentario —justísimo, por otra parte— a las palabras de Montilla. El de Sirera, en cambio, nada tiene que ver con lo que estaba sucediendo en aquel momento en el hemiciclo y sí con los avatares —pasados, presentes y futuros— del diputado en su propio partido. Sea como fuere, tanto un mensaje como otro demuestran un profundo desapego, especialmente en el caso del de Sirera. Y demuestran, sobre todo, hasta qué punto sus señorías deberían andarse con cuidado a la hora de sincerarse con el prójimo, por más que el prójimo sea de confianza.

La tecnología, como las monedas, tiene dos caras, y lo mismo sirve para preservar la intimidad que para esparcirla a los cuatro vientos.

ABC, 3 de octubre de 2009.

Los mensajes del debate

    3 de octubre de 2009