Es lo que va de la solvencia a la insolvencia. De la solvencia de un club y un empresario todopoderosos, capaces de garantizar el retorno del préstamo solicitado mediante la explotación de los derechos de imagen del jugador, a la insolvencia de muchísimos particulares —entre los que se encuentran no pocos pequeños empresarios—, necesitados de una línea de crédito para salir adelante y que no tienen con qué ampararla. Pero, junto a esa clase de contrastes, propios de la libertad de mercado y de un mundo y una economía cada vez más globalizados, están los contrastes de orden moral. Como el planteado, por ejemplo, por Joan Massagué.
El eminente científico, que acaba de recibir el Premio Fronteras del Conocimiento, de la Fundación BBVA, en el apartado de Biomedicina por sus trabajos sobre la metástasis de las células cancerosas, decía hace unos días en estas mismas páginas que los fichajes de Ronaldo y Kaká le hacían pensar en los «pacientes que sufren enfermedades que hoy en día no son manejables» y en las dificultades económicas por las que pasan proyectos de investigación que, de contar con una inversión mayor, permitirían salvar muchas de esas vidas. Y lo curioso es que Massagué no estaba reclamando, con sus palabras, un incremento notorio de la financiación pública, sino de la privada. O sea, de la filantropía, componente esencial del modelo estadounidense, que él tan bien conoce.
¿Es posible la filantropía en España? ¿Es posible imaginar en nuestro país una forma de ayuda desinteresada que vaya más allá de la que practican en estos momentos unas pocas, poquísimas, instituciones? ¿Puede llegar el día en que los millones invertidos en el futbol —cuyo futuro parece, este sí, asegurado— dejen de producir sonrojo, y hasta vergüenza, en comparación con los que la llamada sociedad civil dedique, «gratis et amore», a la salud y al bienestar del género humano? Sí, pero para ello haría falta que esa sociedad civil existiera. Que es como decir que España fuera lo más parecido a Estados Unidos.
ABC, 28 de junio de 2009.