El pasado martes se recordó en muchas partes del mundo a las víctimas del Holocausto. Aun cuando la elección del 27 de enero como «Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto» fue aprobada en noviembre de 2005 por la Asamblea General de la ONU, lo cierto es que la iniciativa tenía ya por entonces cierto recorrido. Un recorrido europeo, por más señas, que había culminado en 2004 con una declaración del presidente de la Comisión instando a todos los Estados de la Unión a instituir una jornada de esta índole, y con la decisión de varios de estos Estados, entre los cuales España, de celebrarla cada 27 de enero. ¿Por qué este día y no otro? Pues porque el 27 de enero de 1945 las tropas rusas liberaban el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde habían sido asesinados centenares de miles de judíos, además de gitanos, homosexuales y prisioneros de distintas nacionalidades.

Por lo demás, que la iniciativa tenga matriz europea, no deja de constituir un consuelo. En fin, más que un consuelo, un acto de estricta justicia. Es a Europa, ante todo, a quien compete cargar con la tragedia, pues europeas fueron las víctimas y europeos los verdugos. Y como España forma parte de Europa, hay que felicitarse de que también aquí se mantenga encendida la llama del recuerdo. E incluso de que no sea sólo el Gobierno central, o las instituciones del Estado, quienes celebren la jornada, sino también algunas autonomías. Como la catalana, por ejemplo.

Y es que, después de la vergonzosa participación del consejero Joan Saura en la manifestación antisemita contra la invasión de Gaza —la del encapuchado blandiendo la pistola—, no estaba nada clara la celebración del acto que tuvo lugar el pasado martes en el Palacio de la Generalitat. Ni la presencia en él del consejero de Interior y Relaciones Institucionales, ni la de los representantes de la comunidad judía en Cataluña. Al final, gracias a la mediación del propio presidente Montilla, tanto Saura como algunos miembros de la comunidad judía asistieron a la conmemoración. Aunque, eso sí, estos últimos ni siquiera tomaron la palabra.

Quien sí la tomó, en cambio, fue el consejero. Y en su parlamento, aparte de limitar la efeméride a la resolución de la ONU y de hurtarle, por tanto, su contenido europeo, relacionó el 27 de enero con la liberación del campo de Mauthausen. Un lapsus, desde luego. Pero, como todos los lapsus, enormemente significativo. Para Saura, es como si Auschwitz no existiera, como si sólo existiera Mauthausen. En otras palabras: para él, el Holocausto es ante todo la tragedia de los más de siete mil republicanos españoles que fueron concentrados en este campo a partir de 1940 y muchos de los cuales perecieron allí. Suponiendo que no sea únicamente la de los republicanos catalanes. Y es que o mucho me equivoco o el consejero no ha leído sobre el asunto más que los libros de Montserrat Roig. Si es que ha pasado del título, claro.

ABC, 31 de enero de 2009

Auschwitz y Mauthausen

    31 de enero de 2009