Al parecer, la cosa fue como sigue. A finales del curso pasado, el Consejo Escolar del CEIP Les Aigües de Cardedeu aprobó, entre otros asuntos, una medida tan higiénica como igualitaria: en adelante, los niños y las niñas de hasta diez u once años, una vez realizada la educación física, tomarían las aguas —de Cardedeu, claro— juntos. Vaya, que compartirían vestuario y duchas. La medida, impulsada por el claustro de maestros, fue acordada con la abstención del representante del AMPA —no se asusten, no falta ninguna letra: se trata de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos—, quien alegó que no podía pronunciarse sobre una propuesta que ni siquiera figuraba en el orden del día. Luego vino el verano y, nada más empezar el presente curso, la dirección del centro mandó una circular a todas las familias notificándoles el acuerdo tomado en el Consejo Escolar. Como es natural, la reacción fue inmediata. Al día siguiente de recibir la noticia, cincuenta padres se plantaban en la escuela y pedían explicaciones. Tras tres horas de reunión con la dirección, la actividad quedaba suspendida.

Por supuesto, la anécdota no pasaría al nivel de categoría si lo ocurrido fuera tan sólo una ventolera del claustro de maestros. O de un maestro —léase también maestra, por favor— con cierto ascendente sobre los demás. Pero no. La cosa tiene más enjundia. Porque la iniciativa del CEIP Les Aigües se inscribe de lleno en lo que el Departamento de Educación de la Generalitat llama «coeducació» y que no es sino una variante actualizada de lo que en tiempos de Mao era conocido como reeducación. Es decir, un lavado cerebral seguido del correspondiente planchado. En la lista de colegios que se han acogido a los programas de renovación pedagógica promovidos por el Departamento no figura, es cierto, el CEIP de Cardedeu. Pero, tal y como ha admitido el propio jefe de estudios del centro, entre los maestros claustrales sí hay quien ha asistido a estos cursos coeducativos, por lo que no resulta descabellado suponer que la aventura de las duchas guardara alguna relación con las destrezas adquiridas en tan renovadores programas.

En todo caso, en el capítulo de instrucciones que la Generalitat ha elaborado con vistas a la organización y al funcionamiento de los centros de infantil y primaria, y que puede consultarse en la página web del Departamento, se indica que dichos centros deben garantizar «l’ús no sexista dels espais educatius del centre». O sea, que a los maestros razón no les falta. Si la Generalitat les invita a no utilizar de forma sexista los espacios del colegio, ¿por qué demonios han de separar a niños y niñas en el vestuario y en las duchas? Nada, a coeducarse todos juntos.

No quiero ni imaginarme el disgusto que les habrá causado a los maestros la suspensión de la medida. Aunque yo, de ellos —y de ellas—, no le daría más vueltas y me iría a tomar las aguas. Ah, y todos juntos, que eso de la coeducación no tiene edad.

ABC, 4 de octubre de 2008.

Las aguas de la coeducación

    4 de octubre de 2008