Por supuesto, la anécdota no pasaría al nivel de categoría si lo ocurrido fuera tan sólo una ventolera del claustro de maestros. O de un maestro —léase también maestra, por favor— con cierto ascendente sobre los demás. Pero no. La cosa tiene más enjundia. Porque la iniciativa del CEIP Les Aigües se inscribe de lleno en lo que el Departamento de Educación de la Generalitat llama «coeducació» y que no es sino una variante actualizada de lo que en tiempos de Mao era conocido como reeducación. Es decir, un lavado cerebral seguido del correspondiente planchado. En la lista de colegios que se han acogido a los programas de renovación pedagógica promovidos por el Departamento no figura, es cierto, el CEIP de Cardedeu. Pero, tal y como ha admitido el propio jefe de estudios del centro, entre los maestros claustrales sí hay quien ha asistido a estos cursos coeducativos, por lo que no resulta descabellado suponer que la aventura de las duchas guardara alguna relación con las destrezas adquiridas en tan renovadores programas.
En todo caso, en el capítulo de instrucciones que la Generalitat ha elaborado con vistas a la organización y al funcionamiento de los centros de infantil y primaria, y que puede consultarse en la página web del Departamento, se indica que dichos centros deben garantizar «l’ús no sexista dels espais educatius del centre». O sea, que a los maestros razón no les falta. Si la Generalitat les invita a no utilizar de forma sexista los espacios del colegio, ¿por qué demonios han de separar a niños y niñas en el vestuario y en las duchas? Nada, a coeducarse todos juntos.
No quiero ni imaginarme el disgusto que les habrá causado a los maestros la suspensión de la medida. Aunque yo, de ellos —y de ellas—, no le daría más vueltas y me iría a tomar las aguas. Ah, y todos juntos, que eso de la coeducación no tiene edad.
ABC, 4 de octubre de 2008.