Barcelona ha sido la sede esta semana de un congreso internacional sobre la muy noble e inveterada costumbre de caminar. ¡Albricias!, que diría el tebeo. Por fin alguien se ocupa de los que van a pie, y, encima, en una ciudad donde semejante práctica resulta cada vez más ardua y peligrosa. Ahora ya sólo falta que, además de ocuparse de los que van a pie, se ocupen bien.

En Palma de Mallorca, donde el Ayuntamiento tiene un color político muy parecido al de Barcelona —esto es, donde también gobierna el centro izquierda nacionalista—, no han celebrado congreso alguno, pero no por ello se han olvidado del viandante. Al contrario, yo diría que lo tienen muy presente. Fíjense si lo tienen presente que este verano el Consistorio ha emprendido una campaña singular y que, sin duda, traerá consecuencias. La campaña consiste en la difusión de un texto pintado en la calzada de las calles más concurridas, allí donde empiezan y acaban los pasos de peatones. Por el lugar escogido, da la impresión de que el objetivo es que el peatón lea el texto mientras está esperando a que el semáforo se ponga verde y le permita cruzar. Por supuesto, nadie se ha tomado la molestia de pensar qué hace el peatón que llega al borde de la calzada y, al ver que el semáforo ya está verde, cruza la calle sin detenerse siquiera. ¿Se para en seco a fin de leer el texto? ¿Pasa de largo? Pues ojalá opte por esto último, porque, si no, se arriesga a ser víctima de un atropello. Los tiempos de cruce son muy cortos y, aunque sólo deba leer un par de frases, nada le garantiza que podrá alcanzar sano y salvo la otra orilla.

Lo cual no sólo sería una tragedia, sino también una forma de desmentir la propia información en que está basada la campaña. Y es que el texto en cuestión reza como sigue: «Un de cada tres morts en accident de trànsit anava a peu. Atenció! Tots som vianants!». Dejemos a un lado esa afirmación, tan discutible, de que todos somos viandantes; en Palma, y en Barcelona, y en tantas ciudades del mundo, hay muchos ciudadanos que no han pisado otro suelo que el del piso y el del coche —o que han pisado el de la calle, pero no andando, sino corriendo o rodando—. No, el problema no es este. El problema es que el texto de marras está escrito únicamente en catalán. Y a los castellanohablantes que ignoren la nueva lengua de Montilla que los zurzan. Es decir, que los atropellen. Y a los ingleses, alemanes y demás, tres cuartos de lo mismo.

Como no puedo creer que el nacionalismo sea tan malvado, me veo obligado a suponer que se trata de un error, que espero corrijan pronto. De lo contrario, no les va a quedar más remedio que lanzar una nueva campaña que empiece diciendo: «Dos de cada tres morts en accident de trànsit no entenien el català».

ABC, 11 de octubre de 2008.

El atropello lingüístico

    11 de octubre de 2008