La reunión del pasado lunes en la Moncloa entre Mariano Rajoy y Artur Mas sin luz ni taquígrafos —o, al menos, sin los habituales apretones de manos en la escalinata de acceso al Palacio y la habitual comparecencia ante los medios del honorable visitante— permite toda clase de conjeturas. Para empezar, el carácter secreto de la entrevista —secreto hasta que una de las partes ha decidido que dejara de serlo, claro— parece obedecer al deseo del presidente de la Generalitat, acuciado por la necesidad de flexibilizar el objetivo de déficit y de lograr del Gobierno central una línea de crédito para afrontar los pagos más perentorios, lo cual puede facilitarle, en último término, el sí de ERC a los presupuestos del año en curso. O sea, nada que ver con la entrevista anterior, la de septiembre de 2012, cuando el líder nacionalista se desplazó a Madrid para escenificar, con calculada bravuconería, la ruptura del diálogo entre centro y periferia. Pero si ese aflojamiento de tuercas económicas y financieras de un Gobierno a otro, si ese trato de favor, en definitiva, no ha comportado una renuncia de la Generalitat a sus planes plebiscitarios o, como mínimo, un aplazamiento de estos —y los primeros en proclamar que todo sigue igual en este punto son los propios soberanistas, sin que hasta el momento hayan sido desmentidos por la otra parte contratante—, menudo negocio. Porque esos pactos a oscuras acaso puedan calmar hasta cierto punto las aguas catalanas —por ejemplo, las empresariales, que tanto han requerido, en los últimos tiempos, esa reapertura del diálogo—, pero seguro que van a agitar las del resto del país. Muchos españoles están sin duda dispuestos a aceptar cierto grado de excepcionalidad catalana, pero siempre y cuando ese privilegio se vea correspondido con una lealtad institucional y una solidaridad interterritorial. Esto es, con una apuesta decidida por un proyecto común llamado España. De lo contrario, más que una cita a oscuras, la del lunes habrá sido una cita a ciegas.

ABC, 30 de marzo de 2013.

A oscuras

    30 de marzo de 2013