A Irene Rigau y al Gobierno del que forma parte nunca les han interesado los números. Ni los hechos. Sus razones no son de este mundo, por lo que no van a perder el tiempo poniéndolas a remojar en la realidad. No ocurre lo propio con los que no comulgan con el actual Gobierno de la Generalitat ni con el nacionalismo todo. A esos sí les interesan los números. Es el caso del diputado popular Enric Millo, que preguntó a la consejera de Educación por el número de padres que han solicitado, en lo que va de curso, que sus hijos sean escolarizados en castellano. La consejera ha contestado y ha dicho 17. Sí, 17. Y en el curso anterior 106. O sea que, encima, cuesta abajo. Para que luego vayan diciendo que existe un problema en el sistema educativo catalán —si bien Francisco Caja, de Convivencia Cívica, sostiene que Rigau miente, pues sólo su asociación ha presentado más de 500 solicitudes por curso—. Como es natural, desde las filas populares han aducido que el número no es representativo, dada la cantidad de trabas, dilaciones y presiones a que se ven sometidas las familias que pretenden ejercer ese derecho constitucional. En otras palabras: esgrimió razones —eso sí, de este mundo— para rebatir la insignificancia del número. Nada que objetar, claro. Pero más les valdría a los populares y a cuantos perseveran en la noble tarea de defender las libertades en las cuatro esquinas de Cataluña no volver a hacer en el futuro semejante  pregunta. Lo único que consiguen es reforzar con hechos las espurias razones del nacionalismo. Los números que importan ya están ahí, mal que le pese al Gobierno catalán. Es ese porcentaje de población catalanohablante y castellanohablante casi parejo. Son esas sentencias de los tribunales favorables a la implantación de una enseñanza bilingüe. Es esa vergonzosa singularidad del sistema educativo catalán en el conjunto de Europa. Son todos aquellos hechos, en definitiva, de los que el nacionalismo no quiere ni oír hablar.

(ABC, 6 de abril de 2013)


Números y razones

    6 de abril de 2013