«L’important c’est la rose», cantaba Gilbert Bécaud. Era un consuelo —un consuelo poético—. Si te ha dejado la novia, si estás sin blanca, si eres un pobre huérfano muerto de frío, consuélate pensando que nada hay tan importante en la vida como la rosa. No es el caso de Artur Mas, claro; que se sepa, ni le falta pareja, ni le falta dinero, ni le falta madre. Y, sin embargo, él también se agarra a la rosa para huir de este mundo. Lo hizo el pasado Sant Jordi, rompiendo con la costumbre presidencial de no discursear en semejante jornada —se ve que el hombre anda apurado de tiempo y no desaprovecha ocasión para declararse al pueblo cuya voluntad cree encarnar—. Y lo curioso es que la rosa de Mas, a juzgar por sus propias palabras —o por las que el negro o la negra de turno hilvanó con su consentimiento—, no es una rosa, una rosa, una rosa —o sea, una rosa cualquiera—, sino una concreta, particular. Y lo más curioso aún
es que esa rosa tiene espinas. «Nuestra rosa, de la que debemos ocuparnos, tiene espinas», declamó el presidente de la Generalitat, como si hubiera descubierto la pólvora, como si ignorara, en suma, que no hay rosa sin espinas. Pero no, no fue un olvido. Ni siquiera un lapsus. Porque esas espinas a las que aludió Mas son circunstanciales: corresponden, según él, a los tiempos difíciles en que viven sus compatriotas, catalanes todos y destinatarios únicos de su mensaje. En otras palabras, el día en que escampe, el día en que los catalanes dejen de vagar por su tierra como alma en pena y sean por fin dueños de sus destinos, esa rosa ya no tendrá espinas. Será una rosa hecha a medida, una rosa transgénica, libre de impurezas, que habrá materializado con éxito su propia transición nacional.
No sé si la metáfora floral echará raíces en el imaginario presidencial o si acabará siendo —y nunca mejor dicho— flor de un día. Pero yo, de Mas, no la desecharía tan pronto. Con respecto a la del viaje a Ítaca, tan sobada, posee indiscutibles ventajas. Sin ir más lejos, la imposibilidad de un naufragio. Ahí es nada.
(ABC, 27 de abril de 2013)