La misma semana en que el comunismo español, por boca de algunos de sus más significados dirigentes, rendía homenaje a Hugo Chávez y expresaba su deseo de trasladar a estos lares muchísimas de las medidas adoptadas por el caudillo venezolano en su país, el comunismo meramente catalán, además de sumarse al elogio fúnebre de sus correligionarios, ha emprendido un cambio sustantivo en sus órganos de dirección. Como sin duda no ignoran, ayer fue el Día Internacional de la Mujer, antes Trabajadora. Pues bien, en consonancia con tan señalada fecha, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) no sólo ha llamado a manifestarse en la calle, en esta ocasión bajo el lema «Contra la ofensiva patriarcal y capitalista, desobediencia feminista!», sino que ha decidido asimismo
avanzar en su feminización. Se preguntarán acaso qué es un partido que se feminiza. Muy simple: es un partido que va colocando a las mujeres en su sitio. De la mujer en casa y con la pata quebrada, a la mujer en lo más alto de la pirámide política y, a poder ser, sin el hombre. Por supuesto, ello no significa que el partido vaya a renunciar al sexo masculino como mano de obra militante; significa sólo que el destino del hombre en el partido —el sitio que le corresponderá en el futuro, para entendernos— va a ser el de estricta mano de obra. Así se desprende, al menos, del resultado del referendo interno auspiciado por el secretario general Joan Herrera. Un 84,3% del 22,8% de la militancia comunista participante en la consulta —esto es, apenas una quinta parte de la militancia y sin que conste el sexo de quienes han emitido el voto— ha decidido que en adelante el partido, en vez de un presidente tenga dos, y que uno de esos dos, como mínimo, sea mujer. De lo que se deduce que ICV puede ser copresidido por dos féminas, pero nunca por dos varones.
Así las cosas, sólo me queda pedirle a Toni Cantó que no saque conclusiones públicas del hecho. A no ser que quiera exponerse, claro, a la ira matriarcal y anticapitalista.
(ABC, 9 de marzo de 2013)