La Junta Electoral Central ha obligado a la Generalitat a retirar su campaña de fomento del voto en las elecciones autonómicas del próximo 25 de noviembre. Sostiene la Junta —y nadie que haya visto los vídeos y no sea nacionalista podría sostener lo contrario— que la campaña no se ajusta a la ley, esto es, no se limita a informar de que en tal fecha hay convocadas unas elecciones y de que, por lo tanto, cualquier ciudadano de Cataluña puede ejercer ese día su derecho al voto o ejercerlo previamente por correo, sino que va más allá. Y, en ese más allá, lo más llamativo, por indecente, ha sido la utilización de imágenes de la manifestación del último 11 de septiembre, la del nuevo Estado de Europa y las muletas de Duran Lleida, seguidas del lema «jo vaig votar» como cierre del spot televisivo. Aun así, esos vídeos contienen cosas peores, mucho más afrentosas, si cabe. Por ejemplo, esa manipulación burda de la inmigración, convertida en un hito equiparable a la Diada del 77, el retorno de Josep Tarradellas, los Juegos Olímpicos o la exhibición de «castellers» por esos mundos de Dios como exponente de la cultura del terruño, y a la que se presta este discurso agradecido —en castellano, claro—: «Yo vine a trabajar en los 60 y me quedé para siempre». O esa referencia al concierto de Lluís Llach en el Camp Nou, sin que quede claro si se trata del de 1985 o del de 1981, el de la Crida a la Solidaritat, celebrado un mes después de que Terra Lliure le pegara un tiro en la pierna a Federico Jiménez Losantos. Todo sea para que el presidente siga soñando con llegar a Ítaca.
En 2006, la campaña por el referéndum del Estatuto ya tuvo que rehacerse por una cuestión infinitamente menor. Ahora, claro, ni rehacerse puede; ha habido que retirarla. Y, si no cambia mucho la cosa, dentro de unos años ni siquiera existirá una Junta Electoral Central que mande retirar la que al nacionalismo le venga en gana hacer y difundir.
(ABC, 3 de noviembre de 2012)