Así las cosas, las elecciones del próximo 25 de noviembre van a suponer para el PSC, sin ningún género de dudas, nuevas vías de agua. Lo que ya resulta más difícil es predecir cuántas y de qué tamaño. A tenor de los resultados del socialismo español —si así puede llamársele— en las autonómicas de Galicia y el País Vasco, y a tenor de la crisis interna en la que está sumido el propio PSC —con una escisión nacionalista ya formalizada, pendiente únicamente de ser rellenada con más nombres ilustres, entre los que podría estar, por cierto, el de la eurodiputada Badia—, no cabe descartar siquiera la posibilidad de un naufragio. Entre otras razones, porque los actuales dirigentes del partido siguen empeñados en defender, contra viento y marea, la entelequia del federalismo asimétrico y en practicar esa equidistancia cobarde consistente en equiparar a Mas y a Rajoy en el reparto de responsabilidades. Como si la solución al problema —y a su propio problema— estuviera en marcar un perfil de izquierda y no en denunciar el carácter antidemocrático, excluyente e insolidario del nacionalismo. De todo nacionalismo.
(ABC, 27 de octubre de 2012)