La cosa estaba entre los pasos de peatones y la universidad. O sea, estaba en decidir con cuál de los dos estudios quedarme para hacer este artículo. Los dos son estudios recientes. Los dos tienen a Europa como universo. Los dos ponen a España en su sitio. Los dos sirven para explicar, en fin, por qué la crisis económica se ha cebado con nosotros de este modo. Al final, claro, me ha sido imposible escoger. De ahí que haya optado por comprimir en pocas palabras un material que daría, sin duda, para mucho más.

Los pasos, primero. Los pasos de peatones españoles figuran entre los menos seguros de Europa. Al menos, según el EuroTest, un consorcio de 18 automóvil clubs continentales que lleva ya una década realizando prospecciones relacionadas con la movilidad. En el estudio de este año han tomado como muestra 18 ciudades europeas, y entre ellas dos españolas, Valencia y Málaga. Pues bien, a ambas les ha cabido el honor de ocupar, respectivamente, los puestos antepenúltimo y penúltimo de la clasificación, lo que significa que la visibilidad y el mantenimiento de sus pasos de peatones —y, en consecuencia, la seguridad de quienes los cruzan— dejan mucho que desear. Es evidente que tanto en una ciudad como en otra el dinero, en los últimos tiempos, no ha escaseado. Como lo es que debe de haberse invertido —es un decir— en otros menesteres.

Y ahora la universidad. La Fundación BBVA acaba de presentar un estudio en el que se examinan «las percepciones y experiencias del que será el segmento profesional mayoritario de los próximos años, analizando las similitudes y diferencias en seis países europeos». España es uno de estos países. El resto son Francia, Alemania, Italia, Suecia y el Reino Unido. O sea, la «crème de la crème» de la universidad europea. Pues bien, el estudio revela que los estudiantes españoles son los que tienen un mayor nivel de dependencia familiar; los que más han elegido la universidad por la cercanía; los más críticos con la preparación profesional recibida, y los menos familiarizados, en fin, con la investigación que llevan a cabo sus profesores. Ah, se me olvidaba, y los que más aceptan cualquier forma de práctica contraria a la propiedad intelectual, como bajarse música o películas por internet sin pagar o descargarse programas por el mismo sistema.

En síntesis: ¿qué puede esperarse de un país que tiene en tan baja consideración la seguridad de sus ciudadanos y cuyos universitarios presentan semejante perfil? Me temo que miseria, mucha miseria —de la moral y de la otra—. Y poco más.

ABC, 4 de diciembre de 2010.

Peatones y universitarios

    4 de diciembre de 2010