La mayor servidumbre del Estado de las Autonomías, no me cansaré de repetirlo, es que cada día es menos Estado y más Autonomías. Un ejemplo: la reciente huelga salvaje de los controladores, más allá de las lógicas reflexiones sobre la necesidad de acabar de una vez por todas con el chantaje a que se ve sometido el Estado por parte de 2.500 teóricos servidores de lo público, sirvió para que algunos reclamaran en Cataluña la inmediata transferencia a la Generalitat de la gestión de los aeropuertos catalanes. El razonamiento era el siguiente: Aena y los controladores son un vestigio del franquismo, por lo que hay que acabar con él. Y la mejor forma de acabar con él es disolver ese vestigio en tantos lotes aeroportuarios como autonomías existen. O, al menos, darle a Cataluña lo suyo y allá se las compongan las demás.

¿Quieren otro ejemplo? El Consejo Intertextil acaba de hacer público un estudio realizado por la consultora Interbrand del que se desprende que no existe en el mercado internacional una «moda española» o, si lo prefieren, una marca «España». Y ello pese a la importancia creciente de grupos como Inditex y Mango. ¿El motivo? Pues guarda relación, al parecer, con la ausencia de una estrategia conjunta por parte de nuestras empresas textiles o, mejor dicho, de los distintos gobiernos de las comunidades autónomas donde esas empresas tienen su sede.

Pero acaso el ejemplo más significativo sea el de los resultados del informe PISA. Como saben, cada tres años la OCDE evalúa en comprensión lectora y en competencia matemática y científica a alumnos de quince años de una serie de países del mundo entero. Uno de estos países es España, que suele quedar muy por debajo de la media —y que en esta ocasión tampoco ha defraudado las expectativas—. Pero las pruebas también sirven para determinar el nivel de los alumnos españoles según la comunidad autónoma a la que pertenecen. Así, gracias a ellas nos enteramos de que Cataluña se halla por fin en el buen camino, de que Castilla y León se sale, de que Andalucía no levanta cabeza o de que Baleares está fatal. Y también de que las autonomías del norte sacan mejor nota que las del sur —nada nuevo, en el fondo—. Pero, ¿y España? ¿Sabe alguien cómo sacarla del pozo de le mediocridad, educativamente hablando? ¿Se le ha ocurrido a alguien pensar que esas comunidades autónomas, mejores o peores, no son sino las partes de un todo, o sea, de un mismo sistema educativo?

Mucho me temo que no. Y, lo que es peor, no creo que a nadie le importe.

ABC, 11 de diciembre de 2010.

El imperio de las Autonomías

    11 de diciembre de 2010