ABC, 9 de junio de 2012.
El Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña han declarado el año en curso «año Sales, Calders, Tísner». O sea, del mismo modo que declararon otros años «año Miró», «año Pla» o «año Dalí», han bautizado el actual con el nombre de esos tres escritores nacidos en 1912. En fin, del mismo modo, no, porque a Sales, Calders y Tísner no los conoce casi nadie, excepto algunos profesores universitarios en el caso del primero, algunos borriquitos con chándal en el del segundo y algunos practicantes del crucigrama, jubilados en su mayoría, en el del tercero. Pero eso, en el fondo, es lo de menos. Lo grave es el «pack», el servirnos a los tres escritores en un solo plato, con el pretexto de que nacieron en el mismo año y, luego, de que los tres vivieron la guerra civil, los tres se exiliaron en Méjico y los tres narraron por escrito sus vivencias. Comprendo que en tiempos de crisis manda la imaginación —y tres en uno sale más barato que tres en tres—, pero una cosa es ser imaginativo y otra muy distinta ser tonto. Ser tonto y, encima, tomar a los demás por tales. Y es que el único escritor digno de ser conmemorado es el primero, Joan Sales, autor de una de las mejores novelas de la literatura catalana, «Incerta glòria» —y de la mejor, sin duda, sobre la guerra civil—, editor del Club dels Novel·listes —y, pues, de casi toda la obra de Mercè Rodoreda— y renovador esencial de la lengua literaria catalana a partir del sentido común, que es el sentido de la realidad. Los otros dos sirven para lo que sirven, esto es, para el regocijo infantil y juvenil y para la enigmística senil, respectivamente. Juntarlos es un insulto a la memoria del primero. Y no tiene otra justificación, al cabo, que el hecho, indiscutible, de que los tres fueron nacionalistas. Claro que, puestos a juntar patriotas coetáneos para elevarlos a los altares, más justo sería elaborar un censo, si no existe ya, e irlos escogiendo por riguroso sorteo. ¿O no?
ABC, 9 de junio de 2012.
ABC, 9 de junio de 2012.