Decía Àlex Gubern aquí mismo, y decía bien, que la idea surgió de un proyecto fallido, el Fórum Barcelona 2004, y ha acabado desembocando en otro proyecto fallido. La idea era crear una suerte de reserva espiritual de las lenguas del mundo, con especial atención a las pequeñinas, entre las que se encuentra, cómo no, la catalana. Lo llamaron Linguamón o Casa de las Lenguas, y empezaron a amamantarlo en 2004, desde la Secretaría de Política Lingüística del Gobierno autonómico, cuando esta dependía de ERC. Pero, como estábamos en tiempos del tripartito y en Madrid mandaba un castellano-leonés del Barça, la mayor parte del dinero salió del bolsillo de los contribuyentes españoles. Según los cálculos del PP regional, de 2005 a 2010 fueron presupuestados desde el Estado 22,3 millones para la casita. Y lo fueron, claro, desde Industria, donde José Montilla repartía los millones a espuertas mientras se preparaba para volver a Cataluña. Más adelante, la Generalitat comprometió otros 18 kilitos para rehabilitar un ciclópeo recinto fabril cedido por el Ayuntamiento y poner en marcha el museo, que por fortuna ha tenido que echar la persiana antes incluso de levantarla, porque el Gobierno catalán ha cerrado el grifo. Pero ese despilfarro de dinero público —más de 40 millones— tiene detrás un nombre que no suele salir en los papeles. El de Antoni Mir, eterno dirigente de la Obra Cultural Balear, la organización encargada de la «agitprop» catalanista en las islas, al que Carod Rovira se trajo en 2004 para dirigir la política lingüística y al que colocó un año más tarde al frente de la futura casita. Y no crean que el hombre se ha quedado ahora sin trabajo; qué va. En la actualidad dirige una supuesta fundación privada dedicada más o menos al mismo asunto, en la que colaboran un sinfín de departamentos y empresas de la Generalitat, el Ayuntamiento barcelonés y, por supuesto, el Ministerio de Industria. Vaya, que el dinero público sigue manando.

ABC, 23 de junio de 2012.

La casita de las lenguas

    23 de junio de 2012