Artur Mas descarta que, tras el 28-N, pueda producirse en Cataluña un pacto a la vasca, o sea, un pacto de gobierno como el que sellaron, a comienzos de abril de 2009, el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Popular del País Vasco. Cuando alguien descarta que dos fuerzas políticas vayan a ponerse de acuerdo para gobernar es, una de dos, o porque sabe que esas dos fuerzas están lejos de lograr los escaños necesarios para ello, o porque sabe que sus principios, sus programas o sus intereses son tan contrapuestos que no se les ocurriría por nada del mundo asociarse. O por ambas razones a la vez, claro. En lo tocante al caso catalán, el candidato de CIU circunscribe dicha imposibilidad al primero de los factores, esto es, a la evidencia de que una suma a la vasca difícilmente puede darse por estos lares —recuérdese que, a día de hoy, las encuestas más optimistas sitúan una hipotética alianza entre PSC y PPC a 18 escaños de la mayoría absoluta—. En otras palabras: según el político nacionalista, si en manos de los socialistas y los populares catalanes estuviera el llegar a un pacto de gobierno, seguro que llegaban.

Es verdad que nos hallamos en campaña y que en campaña todo sirve. Por lo tanto, no deja de ser hasta cierto punto normal que Artur Mas recurra a semejante argumento para resaltar el carácter supuestamente españolista del PSC, que no es sino la mejor manera de realzar el carácter decididamente catalanista —léase, nacionalista— de la federación que él preside. Ahora bien, si hay algo que nunca puede haberle quitado el sueño al candidato de CIU es la filiación llamémosle patriótica de los socialistas catalanes. Desde que el partido existe —y hace de ello ya tres largas décadas—, siempre que los intereses particulares de Cataluña han entrado en conflicto con los generales de España, el PSC ha optado por los primeros. Y siempre que las circunstancias le han llevado a levantar un muro para echar del tablero político a un adversario, este adversario no ha sido otro que el PPC —el Pacto del Tinell constituye sin duda la máxima expresión, y la más deleznable, de esa práctica antidemocrática—.

De ahí que una alianza entre socialistas y populares catalanes esté muy lejos de poderse siquiera imaginar. Y es que, bien mirado, ese pacto a la vasca al que se alude como modelo y cuya fragilidad resulta más que manifiesta, ni siquiera se habría planteado de no mediar el terrorismo. Desengáñense, en España manda el nacionalismo, así en provincias como en la capital. Y todo indica que seguirá mandando.

ABC, 13 de noviembre de 2010.

Un pacto a la vasca

    13 de noviembre de 2010