En cambio, si uno se encuentra por casualidad en Gandesa, le va a pillar cerquita alguna de esas rutas relacionadas con la batalla del Ebro a las que el Memorial Democrático ha prestado su apoyo entusiasta: la que permite revivir la batalla en un día; la que permite revivirla a fondo; la que recrea el paso del río e incluso la que transcurre por la retaguardia franquista. Pues bien, todos esos itinerarios deben ser considerados un producto de proximidad, en la medida en que es la mano del hombre —o, mejor dicho, los pies— la causante misma de su existencia. Y, en fin, lo que vale para Martorell y su abadía, o para Gandesa y su batalla, valdrá —no creo que nadie lo ponga en duda— para Baqueira y el snowpark de Beret.
Lo que ya me resulta más difícil de comprender es por qué el consejero Huguet considera el pan con tomate o los embutidos de la tierra productos de proximidad. Yo puedo comprender que al consejero le guste desayunarse con esos comestibles y que, en uso del poder que le confiere el cargo, obligue por decreto a todos los hoteles catalanes de cuatro estrellas o categoría superior —o sea, los que él utiliza— a incluirlos a partir de ahora en el menú. Qué se le va a hacer, contra gustos no hay disputas. Y como los gustos, aquí, son los del consejero del ramo… Pero que no se escude en el genérico, que obligue a poner en el decreto mismo, allí donde corresponda, «los hoteles de cuatro estrellas o categoría superior van a incluir en adelante, en el desayuno, el pan con tomate y el embutido de la tierra, para satisfacción gástrica del consejero Huguet». Verá, consejero, las cosas, cuanto más claras mejor. Sobre todo si uno está a punto de dejarlo, como parece ser su caso.
ABC, 27 de noviembre de 2010.