1. El Castillo de Montjuïc se convertirá, a partir de octubre, en la nueva sede
del Memorial Democràtic. Así lo ha anunciado la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega. O sea que el Govern actual no sólo no liquida el Memorial —ese organismo público creado en tiempos del tripartito con el único fin de mantener abierta la herida de la guerra civil y legitimar, de paso, el comunismo—, sino que encima lo traslada de un edificio que amenazaba ruina a una fortaleza que la vicepresidenta ha calificado de «emblemática». Y, como todo emblema lo es por fuerza de algo, Ortega ha recordado que aquí fueron fusilados el pedagogo Ferrer i Guardia y el presidente Lluís Companys, y que aquí fueron encerrados, durante el franquismo, no pocos ciudadanos. En cambio, de lo ocurrido en el recinto durante la guerra, bajo dominación republicana, no ha dicho ni mu. Qué pena. Le habría servido como envés, y hasta habría añadido algo de credibilidad a sus palabras. Y es que, según esa psicóloga en ciernes, la voluntad del nuevo Memorial es «hacer una memoria de todos».
2. Ahora resulta que el PSC ha sido siempre partidario de suprimir las diputaciones.
Lo dice Joaquim Nadal, la voz del trópico socialista catalán, sumándose de este modo a la propuesta del candidato Rubalcaba. ¡Válgame Dios, treinta y dos años mandando en la Diputación de Barcelona, gastando presupuestos de vértigo, colocando a la gente del partido aquí, allá y acullá, y resulta que eran partidarios de suprimir su propio maná! No, si lo de esta gente es digno de aplauso.
3. La Generalitat ha reducido las ayudas que venía otorgando
a las entidades de cultura popular. En adelante, los «dimonis» tendrán mucha menos pólvora que gastar, por lo que, si quieren seguir como hasta ahora, deberán pagárselo de su bolsillo. Me parece estupendo. Ya que no se puede impedir la existencia de estos salvajes, al menos no les paguemos la fiesta. O no se la paguemos toda, vaya.
ABC, 20 de agosto de 2011.