Ignoro cómo piensa salir de esta el PSC. O sea, eso que llaman el socialismo catalán y que de socialista tiene ya más bien poco y de catalán, en cambio, lo que le echen. Desde el trompazo de las autonómicas, el partido anda desaparecido, así en las instituciones como en los medios. Por supuesto, los resultados de las municipales no han ayudado en nada. Pero tampoco han empeorado la situación. Al partido, ese segundo trompazo se le suponía, y sólo los más ingenuos abrigaban la esperanza de parar el golpe. Por otra parte, y como se espera de una fuerza política en retirada, sus dirigentes casi no se dejan ver. Ni ver ni oír. Por abstenerse, hasta se abstienen de imitar a sus correligionarios del PSOE poniéndose a tontear con los indignados. Tal vez esperan al próximo congreso del partido —cuya fecha debe fijarse hoy y que en principio está previsto para otoño— para saber si siguen mandando y, en consecuencia, si sigue mereciendo la pena mover la silla en un sentido u otro para no perderla. Porque este va a ser el fondo más o menos explícito del debate congresual. Si más Cataluña o más España. Hace una semana, Francesc de Carreras opinaba que el PSC, si quiere remontar el vuelo, debe optar por el segundo camino, ya que el primero, llevado al extremo en los años de gobiernos tripartitos, se ha revelado no sólo contraproducente, sino incluso suicida. Sin duda. Pero el problema, me temo, es que el partido no va a estar por la labor. Y cuando digo el partido me refiero, claro, al aparato, a esos capitanes de otro tiempo y a sus cachorros, moldeados por igual. Lo cual no significa que vayan a reforzar el sesgo catalanista —con la creación de un grupo propio en el Congreso, por ejemplo—; tan sólo que van a devolver el partido al limbo que ya ocupó cuando el pujolismo. Al fin y al cabo, este es el sitio natural del PSC. El que corresponde —a las pruebas me remito— a quienes jamás han alcanzado el uso de razón.

ABC, 18 de junio de 2011.

El limbo socialista catalán

    18 de junio de 2011