Es tiempo de elecciones y es tiempo, pues, de promesas. O de compromisos, por usar el término con que el Partido Popular encabeza su programa marco autonómico para el periodo 2011-2015. Entre esos compromisos de los populares está el de garantizar que «los padres tengan libertad para elegir la lengua vehicular en la que educar a sus hijos». Es la primera vez que los órganos nacionales del partido se comprometen a algo semejante. Hace tres años, cuando las últimas generales, el programa popular abogaba por que «la lengua castellana fuera vehicular en las distintas áreas junto con la otra lengua oficial», y por que los alumnos cuya estancia en una Comunidad bilingüe fuera temporal pudieran «cursar las enseñanzas en la lengua oficial del Estado». Era mucho abogar, ciertamente, pero no era todo. Ahora el grifo de la libertad se ha abierto ya por completo. En adelante, y en el supuesto nada improbable de que el PP gobierne en la inmensa mayoría de las Autonomías donde el 22 de mayo se celebran elecciones y, al poco, en el mismísimo Gobierno de España, ese derecho a educar a los hijos en el idioma oficial que uno prefiera debería estar asegurado. El problema es cómo se alcanzará el objetivo. O sea —por emplear ese verbo que tanto gusta a maestros y psicopedagogos—, como se vehiculará el compromiso. En Baleares, por ejemplo. ¿Cómo se va remozar, de gobernar los populares, un sistema de enseñanza en el que no hay libertad lingüística ninguna y en el que el propio PP regional fue quien facilitó, hace cerca de tres lustros, una inmersión encubierta en catalán? ¿Qué debe hacerse para contrarrestar el poder de toda esa pléyade de enseñantes, fuertemente ideologizada, que lleva treinta años impartiendo, en mayor o menor medida, una doctrina totalitaria? Y sobre todo: ¿cómo puede evitarse que ocurra en Baleares lo que en Galicia, donde el PP alcanzó en 2009 el Gobierno regional gracias en parte a un compromiso similar que luego ha quedado en nada?

ABC, 12 de marzo de 2011.

Vehicular el compromiso

    12 de marzo de 2011