El Círculo de Economía de Barcelona se define como «una entidad pluralista en la que participan activamente personas de diferentes ideologías y ocupaciones». Es posible que así sea. A juzgar por la información contenida en la página web de la entidad, en la actual Junta Directiva hay nombres para todos los gustos: desde grandes empresarios como Salvador Alemany, Artur Carulla o Salvador Oliu hasta políticos reconvertidos en altos ejecutivos —Josep Piqué o Joaquim Triadú— o retornados al mundo de la docencia tras una temporada más o menos larga en el infierno público —Andreu Mas-Collell o Alfredo Pastor—, pasando por practicantes de la opinión como el notario Juan-José López Burniol o el gestor público Josep Ramoneda. Y, en cuanto a su carácter activo, sobra decir que se les supone. De lo contrario, ¿qué demonios están haciendo estas personas en un foro económico que funciona, no nos engañemos, como un verdadero grupo de presión?

Pues bien, el Círculo de Economía ha difundido esta semana una nota titulada «Una nueva legislatura y un doble objetivo: desarrollar una efectiva gestión de gobierno y rehacer el pacto constitucional». Esa clase de notas suelen ser habituales por estas fechas. O sea, cuando se acercan elecciones. El Círculo es un lobby, y un lobby debe mojarse en los momentos clave —si no, ¿para qué está?—. Ahora bien, en ese mojarse preelectoral uno quisiera encontrar, más allá de una señal de activismo, un reflejo de la pluralidad ideológica a la que alude, programáticamente, la propia institución. No es el caso. Dejemos a un lado que en la versión castellana del documento Cataluña aparezca siempre escrito con «ny», como mandan los cánones simbólicos, y vayamos a lo esencial. En los casi tres folios de que consta la nota no hay un solo respiradero para el disenso. El texto está escrito, de cabo a cabo, desde la lógica estatutaria. Esto es, desde la defensa de la más estricta bilateralidad. Por más que en algún momento se nos recuerde que «Catalunya» es parte España y de Europa, el trato se establece siempre de igual a igual, nunca de la parte con el todo. Se habla de la «ruptura de “algo” entre Catalunya y España», del «trato injusto» que España dispensa a Cataluña, de «las relaciones de Catalunya con España», de «un mejor encaje de Catalunya con España», del «marco común que Catalunya y España siguen necesitando», etc. Y se acaba reclamando, claro, un nuevo pacto constitucional.

No sé por qué se insiste todavía en la existencia en Cataluña de una supuesta sociedad civil.

ABC, 9 de octubre de 2010.

La nota del Círculo

    9 de octubre de 2010