Pues bien, el Círculo de Economía ha difundido esta semana una nota titulada «Una nueva legislatura y un doble objetivo: desarrollar una efectiva gestión de gobierno y rehacer el pacto constitucional». Esa clase de notas suelen ser habituales por estas fechas. O sea, cuando se acercan elecciones. El Círculo es un lobby, y un lobby debe mojarse en los momentos clave —si no, ¿para qué está?—. Ahora bien, en ese mojarse preelectoral uno quisiera encontrar, más allá de una señal de activismo, un reflejo de la pluralidad ideológica a la que alude, programáticamente, la propia institución. No es el caso. Dejemos a un lado que en la versión castellana del documento Cataluña aparezca siempre escrito con «ny», como mandan los cánones simbólicos, y vayamos a lo esencial. En los casi tres folios de que consta la nota no hay un solo respiradero para el disenso. El texto está escrito, de cabo a cabo, desde la lógica estatutaria. Esto es, desde la defensa de la más estricta bilateralidad. Por más que en algún momento se nos recuerde que «Catalunya» es parte España y de Europa, el trato se establece siempre de igual a igual, nunca de la parte con el todo. Se habla de la «ruptura de “algo” entre Catalunya y España», del «trato injusto» que España dispensa a Cataluña, de «las relaciones de Catalunya con España», de «un mejor encaje de Catalunya con España», del «marco común que Catalunya y España siguen necesitando», etc. Y se acaba reclamando, claro, un nuevo pacto constitucional.
No sé por qué se insiste todavía en la existencia en Cataluña de una supuesta sociedad civil.
ABC, 9 de octubre de 2010.