Sin duda. Sobre todo porque así lleva haciéndolo desde hace mucho tiempo, mediante entrevistas, artículos y declaraciones, y a nadie se le había ocurrido hasta la fecha reprochárselo. Lo hacía antes de ser presidente, lo hizo durante su presidencia y lo ha seguido haciendo después. Lo que significa que lo ha hecho antes y después de anunciar que padecía la enfermedad. Y antes y después de padecerla, claro. En definitiva: todos los ciudadanos informados saben a estas alturas que la palabra de Maragall es la de una persona enferma y que, en este sentido, vale lo que vale. Pero es que además Maragall ya no está sujeto a ninguna disciplina de partido. Abandonó el PSC en 2007. ¿Por qué no va a expresar su opinión aunque esta vaya en contra de los intereses del que fue su partido? ¿Por qué no va a decir que ahora le toca a Mas y que eso es bueno?
Esta misma semana, Jaume Sobrequés ha abandonado las filas socialistas y ha asegurado que va a votar a Artur Mas. Se trata de un socialista histórico, como Maragall. Se trata de un representante del alma catalanista del partido, como Maragall. Se trata de un hombre que ya apura, como Maragall, el último tramo del camino.
¡Pobre PSC! Tanto debatirse entre dos almas y, al paso que va, pronto no va a quedarle ninguna.
ABC, 18 de septiembre de 2010.