Homogeneizar y liberalizar. Armado de estos dos principios, el Gobierno que preside Mariano Rajoy pretende reformar la normativa que rige el horario de apertura de los comercios en España. Sí, en España, que es lo que le corresponde regular al Gobierno del Estado. Pero he aquí que, en todos estos años, cada Comunidad Autónoma ha ido desarrollando, en aplicación de las competencias que le han sido transferidas, unos horarios «ad hoc». Excepto la de Madrid, que ha optado por liberalizarlos, las demás se han plegado, en mayor o menor medida, a las exigencias del tendero. O sea, al conocido «aquí se abre las horas justas y nunca, válgame Dios, en las fiestas de guardar y de no guardar». En definitiva, como en el diecinueve. Cataluña, supuesto faro del progreso y la modernidad, es una de las Comunidades donde el tendero más ha sentado sus reales. Ya saben, el «botiguer». De ahí que la pretensión del Gobierno español, que incluye también la obligación de crear en Barcelona, en tanto que plaza turística, una zona libre de horarios, haya caído como una bomba entre los notables del comercio regional. «Es un ataque frontal a nuestro modelo comercial y social», ha dicho el presidente de la Confederación del Comercio de Cataluña. Para su homólogo en Pimec Comercio, que siempre ha temido, según confiesa, que el turismo acabe convirtiéndose en un «caballo de Troya» —¡el turismo, que es lo único que sigue creando trabajo en España!—, la propuesta gubernamental sólo tiene «base ideológica» —el liberalismo, supongo, que en Cataluña, a lo que se ve, sigue siendo pecado—. Y, mientras, los poderes públicos, que son quienes financian esas organizaciones, jaleándoles, claro.
Ignoro cómo va a acabar este asunto. Probablemente como tantos otros, pidiendo tanda en el Constitucional. Pero, puestos a echar mano del tropo, tal vez no estaría de más recordar que no hay otro caballo de Troya en este país que el bienintencionado Estado de las Autonomías.
ABC, 7 de julio de 2012.